No me gusta Vinicius. La vanidad de sus formas en el campo, su fanfarronería y excesos desacreditan cualquier denuncia que ejerza como víctima. Pero en el fondo tiene razón. Puede que España no sea un país racista, pero en España hay racismo. Es una lacra que suele prodigar en los campos de fútbol. En los estadios que acaparan la atención de todos los niños del mundo y que tienen como banda sonora algunas de las notas más discordantes del pentagrama: “maricón”, “puta”, “vete a limpiar” o “negro de mierda”. Cualquier deporte transmite buenos valores pero las situaciones más dantescas se concentran siempre en el balompié. Allí, el racismo se alía con el machismo para campar a sus anchas.
Ahora, un aficionado acaba de ser sancionado con una multa de 60.001 euros y la prohibición de acceder a recintos deportivos durante dos años por insultar a Vinicius. Es evidente que esta multa es plausible pero desconozco cual es el castigo para las personas que vejan día tras día a otras que no optan al Balón de Oro masculino.

Esto nos lleva al efecto del varón blanco y a la interseccionalidad. La primera es una teoría acuñada por James Flynn que nos dice que los hombres blancos perciben menos riesgos que las mujeres y los no blancos desde la atalaya de seguridad desde la que controlan el mundo. La segunda fue aportada por Kimberlé Crenshaw y señala la “interacción entre género, raza y otras categorías sociales” de la que se obtienen todas las discriminaciones múltiples de las mujeres. Esto es, que si Vinicius fuese mujer y no ganase 21 millones de euros al año, tendría muchos más problemas que el racismo y ninguno sería noticia.
En el programa de moda, David Broncano realiza una pregunta nueva a sus invitados: “¿qué eres, más machista o más racista?” Hasta hoy, todos han huido del racismo como de un monstruo de mil cabezas y la mayoría -actrices, deportistas, cantantes, youtubers e incluso un médico- se han declarado “un poco” machistas. Ello nos deja una peligrosísima lectura: en todos los campos de la sociedad, cierta dosis de machismo puede ser aceptable. Los más afinados han sido un escritor -Millás- y un paleontólogo -Arsuaga- que han asumido poder tener trazas de ambas infecciones y lo han vinculado con la educación que hemos recibido. Debemos aspirar a ser cero machistas y cero racistas. Y eso solo pasa por la educación.
No podemos decir, bajo ningún concepto, que en España no hay racismo porque ya no hay una Gran Redada contra los gitanos. No podemos decir, bajo ningún concepto, que en España no hay machismo porque aquí no lapidamos a las mujeres. Que estemos mejor que nuestro pasado y que nuestro contexto es solo parte del largo camino que nos queda hacia la igualdad.
Racismo y machismo son los dos cánceres que han causado más dolor en la historia de la humanidad. Es probable que tengamos tanto recelo a aceptar su existencia porque, como varones blancos, jerárquicos e individualistas nos aterra que, algún día, las mujeres y los negros hagan con nosotros lo que durante tantos siglos, hicimos con ellos.
📝 Artículo publicado en La Región
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