Es imposible ver las bandas de esta selección que ha ganado la Eurocopa y no pensar que el fútbol español tiene un futuro penumbroso, oscuro, negro.
Lamine Yamal y Nico Williams son negros. No son mulatos, morenitos, negritos o de color. Son más negros que el azabache. Pero también son de Esplugues y de Pamplona.
No es algo que hayan decidido ellos. Lo decidieron hace 30 años, como una conjunción planetaria, los que les preceden.
La abuela de Lamine, Fátima, salió de Tánger con las manos vacías. Comenzó cuidando a un señor en Madrid y se mudó a Cataluña buscando mejores oportunidades. Tuvo que cuidar de su nieto por los indecibles esfuerzos laborales de sus padres -de origen marroquí y guineano- en el barrio obrero de Rocafonda.
Los padres de Nico, Félix y María salieron de Ghana hacia una mejor vida. Estando ella embarazada del mayor de sus hijos, Iñaki, y sin más garantías que las de la esperanza, se subieron a un camión, atravesaron descalzos parte del Sáhara y treparon la valla de Melilla para llegar a España donde tuvieron que mentir sobre su origen.

Hoy Lamine y Nico son dos de los mejores jugadores de fútbol del mundo, un estatus que no puede ser superado ni por la presidencia de la mayor potencia del orbe. Pero no todos corren la misma suerte. Lo fácil es apoyar al negro que mete goles. Lo preciso es hacerlo con el que recoge fresas y con el mantero de Paseo de Gracia. Porque son muchos y la vida no es fácil. En 1981 los extranjeros censados en España eran el 0,5% de la población total. Hoy son 8,8 millones, el 18,1% de todos los españoles. La evolución de las mujeres en el fútbol es similar a la de los inmigrantes en España. Dos colectivos minoritarios que han sufrido prohibiciones y obstáculos en ámbitos hostiles. En la década de los 80 las licencias femeninas en el fútbol solo suponían el 0,5%. Hoy alcanzan las 108.000 fichas, cerca del 10%.
En una pregunta naranja del Trivial Pursuit de 1984, relativa a deportes, se puede leer lo siguiente: “¿Por qué característica era conocido el equipo de fútbol español Karbo Deportivo?”. La respuesta es tan real como sorpresiva: “Estar formado por mujeres”. Quiero creer que, en el futuro, alguien descubrirá una pregunta naranja del Trivial antigua que pregunte “¿Por qué era conocida la selección española campeona de la Eurocopa de 2024?”. Y la respuesta sea: “Por tener negros”.
Jamás imaginé que el fútbol, el mayor icono cultural y social del capitalismo, pudiese ser el freno de la ultraderecha en Europa. Pero como dijo un negro, al que pretendieron acallar durante 27 años en una celda de 2,4 de alto por 2,1 de ancho, “el deporte tiene el poder de unir a la gente como pocas cosas lo tienen”.
También hace 30 años, Donato Gama da Silva se convertía en el primer negro que jugaba con la selección española de fútbol.
Hoy la asistencia de un negro catalán y el gol de un negro vasco, le dan su cuarta Eurocopa.
Y esto es poesía.
Artículo publicado en La Región.